Para Mayores
Con la entrega de las calificaciones correspondientes al Primer Trimestre les dejamos un interrogante para reflexionar...
Premiar las notas???
Muchos padres, llenos de buena voluntad, prometemos a nuestros hijos grandes premios para animarles a estudiar. Pero los educadores ven en ello un método arriesgado que no siempre viene acompañado de mejores resultados.

¿Una herramienta educativa?
Todos tanto padres como educadores deseamos fervientemente que nuestros hijos y alumnos saquen buenas notas en el colegio. La inteligencia es un factor muy complejo que, afortunadamente, los psicólogos y profesionales de la enseñanza tratan cada día con más delicadeza y profundidad. Ahora ya se sabe que hay muchas clases de inteligencia, una de ellas es la que necesita para superar los exámenes escolares. Pero afortunadamente no es la única. Aunque el valor de una persona no puede ni debe medirse por el catalejo miope de las calificaciones académicas, lo cierto es que en la sociedad actual tienen un valor desmesurado, y que los padres hacemos todo lo que podemos para que las notas de nuestros hijos sean lo más brillantes posible.
Dentro de esta dinámica, un recurso muy utilizado por los padres es ofrecer a su hijo un regalo si aprueba la evaluación o si saca buenas notas. Pero estas técnicas no acostumbran a tener el resultado que habíamos imaginado.

Cuando prometemos un regalo a nuestro hijo para que apruebe en una evaluación, fomentamos que en la siguiente nos pida algo superior como recompensa, pero a medida que crece irá demandando premios mayores y estos premios pueden pasar a ser un chantaje a cambio del aprobado.
Y esa no es una buena manera de proceder. Las buenas notas se han de elogiar, ensalzar, aplaudir, todo lo que queráis, pero jamás comprar. El trabajo del estudiante es estudiar. El nuestro es apoyarle en todo lo que necesite como estudiante y como persona. Reconocerle sus méritos, habilidades y ayudarle a aceptar sus limitaciones que también las tiene, como todo el mundo.
Además, cuando a pesar de la recompensa prometida, el niño no triunfa, la sensación de fracaso aumenta porque no ha conseguido la meta ni siquiera con los estímulos anunciados. Desde esta perspectiva, cuanto más grande es el premio, mayor es el malestar interior que provoca el fracaso y más disminuye la autoestima.
Los especialistas no piensan que sea una buena técnica prometer para aprobar. Otra cosa diferente es que toda la familia se alegre de los éxitos de uno de sus miembros y lo festejen. Llegan las notas, son buenas, todos nos ponemos contentos, felicitamos al triunfador y se celebra de la manera que a la familia le parezca más oportuna: yendo todos a cenar a su restaurante favorito, al parque de atracciones, regalando (¿por qué no?) aquello que tanta ilusión le hacía y que había pedido para Reyes…

Quizás como padres o madres, podamos pensar que nos hemos quedado sin la única herramienta que conocíamos y poníamos en práctica para motivar a nuestro hijo en sus estudios. En este caso podemos hacernos las siguientes preguntas:
- ¿Funciona?
- ¿El sentido común nos dice que los premios que le hemos dado hasta ahora están dentro de unos límites razonables?
- ¿Acepta nuestro hijo que no siempre puede haber premios extras?
- Si ya tiene más de 10 u 11 años, ¿es consciente de que el regalo es un detalle para demostrar nuestra alegría por su éxito, pero que lo importante es lo que ha aprendido porque le servirá para aprender más ?
Si la respuesta a estas y otras preguntas similares es positiva, podemos seguir con este sistema de motivación. Probablemente, junto al premio material ponemos en práctica otras estrategias de las cuales tal vez no somos conscientes.
Pero si los éxitos no llegan, los regalos son exagerados o creemos que nuestro hijo se está “materializando” e incluso haciéndonos chantaje para estudiar, (“si no me compras tal o cual cosa…”) tal vez sea el momento de buscar otras técnicas de motivación más adecuadas.
(Fuente:Con ojos de Niños).